Conóceme

Esta es mi historia

Mi nombre es Marvilán

Marvilán Guevara

Hola.

¡Un placer conocerte!

Mi nombre es Marvilán. Soy venezolana, pero vivo actualmente en Madrid, España.

Hoy quiero compartir contigo mi experiencia de cómo curarse a sí mismo.

Cuando tenía 14 años de edad me diagnosticaron una enfermedad inmunológica, llamada Lupus eritematoso sistémico. Una patología que, para inicio de los años 90, la medicina de la época desconocía el origen de éste tipo de enfermedades y, por ende, su cura. Recuerdo haber escuchado a unos de los médicos decir que yo era muy joven para este tipo de enfermedad, que no iba a poder tener hijos. Es más, mencionó que tenía que controlar mucho el funcionamiento de los riñones, porque si no podría llegar a ser mortal.

En ese momento pregunté una y otra vez. ¿Qué me está pasando? ¿Qué enfermedad es esa? ¿Cómo se cura? El doctor vió a mi madre, buscando su aprobación para poderme explicar. Ella asintió con la cabeza y el doctor se dirigió hacia mí—: tienes una enfermedad incurable y, como su nombre lo dice, no podemos curarte, pero te mantendremos con tratamientos y veremos cómo vas evolucionando.

A partir de allí, empecé a escuchar muchos "NO"

A partir de allí, empecé a escuchar muchos "NO"

No puedes llevar nada de sol, no puedes hacer más deportes, no puedes comer nada que contenga químicos, no puedes hacer nada que te genere estrés, no puedes…

Ya habían pasado algunos meses cuando me di cuenta que me habían mentido. 

Me habían llevado a tres o cuatro especialistas, me habían realizado una gran cantidad de exámenes médicos, y desde el principio lo que me informaron fue que tenía una artritis reumatoide y que por eso mis articulaciones estaban tan inflamadas, rojas y dolían.

Recuerdo cuando empezaron los síntomas. Yo hacía muchos deportes y solía sobresalir en ellos. Por lo general me quedaba hasta tarde en el colegio para poder practicar, hasta que un día comencé a sentir cierto dolor en los dedos de las manos, luego en la noche se inflamaban, tanto que al despertar no podía moverlos. Al pasar los días ya no eran sólo los dedos de la mano; eran las muñecas, las rodillas y, poco a poco, todas las articulaciones de mi cuerpo.

Durante cinco años, fui sometida a muchos tratamientos agresivos, muchas visitas al hospital de los cuales, en la gran mayoría, debía quedarme allí por varios días. Pero, a pesar de los muchos “no” de los médicos, yo decidí continuar adelante y, mientras lidiaba con una enfermedad sin cura, me dediqué a estudiar. Terminé el bachillerato y entré a la universidad para estudiar Química. 

Cada vez que recaía, los médicos aconsejaban que dejara de estudiar porque estaba muy agotada y me generaba mucho estrés.

Poco tiempo después, se desencadenó una segunda enfermedad inmunológica, Púrpura trombocitopénica idiopática, lo que un año más tarde requirió de una intervención quirúrgica urgente (esplenectomía). Al paso de tres meses, aún en proceso de recuperación, se formó una trombosis iliofemoral venosa profunda en la pierna derecha. Nuevamente, necesité de otra intervención quirúrgica y, a partir de allí, se me generó una arteritis temporal del lado izquierdo del cerebro, gastritis crónica, y otras complicaciones adicionales.

Un día asistí a una consulta médica. Al entrar mi madre y yo observamos que nos esperaban dos doctores. Nos comentaron que ya mis complicaciones eran determinantes, que cada día mi cuerpo se iba a deteriorar cada vez más.

Sus palabras exactas fueron «vive lo que no has vivido y disfruta todo lo que puedas».

 

Marvilán

Les pregunté si me estaban desahuciando, a lo que respondieron con un no, pero que cada día me complicaba más.

Les pregunté si me estaban desahuciando, a lo que respondieron con un no, pero que cada día me complicaba más.

Marvilán

Al salir de la consulta, nos montamos en el elevador y, con gran impotencia, molestia y rabia, le dije «Madre, no sé lo que voy hacer, cómo lo voy hacer, pero de algo estoy segura y es que la decisión de mi vida ya no es de los médicos, ya no está en manos de ellos».

Fue entonces en ese momento cuando comprendí que necesitaba de algunas herramientas u otro tipo de ayuda que no se consigue en un hospital o en una clínica.

Esa noche estuve muy decepcionada y triste. Creo que lo más que sentía era rabia de estar así, de estar enferma, ver que mi cuerpo no respondía igual, no tenía fuerza. Ya no había parte de mí cuerpo que no doliera. 

Fue entonces cuando desesperadamente le pedí, le imploré a Dios, que por favor pusiera algo en mis manos que me ayudara a sanarme. Sentía que lo tenía que hacer yo, que era mi decisión, mi trabajo personal.

Unos días más tarde, me visitó una amiga. Me habló de un libro maravilloso que según podía ayudarme. Se llamaba «Usted Puede Sanar Su Vida» de Louise Hay. 

Justo en ese momento, ¡me escalofríe! Le dije que ya venía, y fui directo a una pequeña biblioteca que teníamos en un cuarto de la casa. Lo busqué y allí estaba, al hojearlo noté el tono amarillento de sus hojas. Ese libro había estado en mi casa por muchos años y nadie lo había leído. Mi padre, un coleccionista de libros, siempre los compraba para que mi hermana y yo los leyéramos; sin embargo, sólo leíamos muy pocos, ya que para aquel entonces no éramos amante de la lectura.

Una vez sola, reflexioné y pensé que probablemente tenía que empezar por aquel libro, que podría ser una señal. Lo leí por más de una vez, haciendo caso a todas las indicaciones, ejercicios y consejos de la autora. En varias ocasiones, no estuve de acuerdo con lo que estaba escrito, me molestaba e incluso lo cerraba, esperaba algunos días y lo volvía a leer. Algo me llamaba la atención. No estaba segura, pero sentía que algo estaba cambiando en mí.

Pensé y analicé mi reacción. Todo tenía una sola explicación, y es que mis creencias eran totalmente diferentes. Dado que para ese momento estaba estudiando la carrera de química en la universidad, mi mente era muy analítica y netamente científica, me costaba creer en algo que la autora, con simples palabras y sin mayor explicación, decía que éramos un cien por ciento responsable de todo, absolutamente todo, lo que pasaba en nuestras vidas.

 

¿Somos responsables de todo en nuestra vida?

¿Somos responsables de todo en nuestra vida?

¿Cómo podía entender que eso era verdad si tuve una infancia maravillosa, con unos padres ejemplares que me amaban? Siempre estuve rodeada de familiares y amigos que me demostraron amor, cariño y dedicación. ¿Cuándo pude haber generado ese pensamiento o sentimiento que creara una enfermedad tan dramática y cruel para una niña? ¿Por qué había ocasionado esto en mi cuerpo?

Decidí buscar más conocimientos, y me dediqué no sólo a leer todos los libros de esa autora, sino otros libros similares, de autores que me dieran mayor información científica.

¡Lo que iba descubriendo me fascinaba! Porque estaba descubriendo un mundo insólito para mí. Comencé a pensar en una forma nueva, a cambiar mis creencias, mis hábitos, a tener más consciencia de mi alimentación. Fue recolocar mi cerebro a la medida que iba reconociendo mi potencial latente de grandeza y mi verdadera capacidad ilimitada, de la que no tenía la más mínima idea.

A la medida que trabajaba mis pensamientos, me dedicaba también a mi cuerpo. Leí varios libros de buena alimentación, de cómo limpiar y depurar mi organismo. Mi cuerpo estaba saturado de tratamientos y medicamentos agresivos. Comencé a trabajar el amor hacia mí misma y lo que descubrí me impresionó. Era obvio que no me amaba.

Había permitido desencadenar una serie de enfermedades crónicas, deplorando mi cuerpo cada día, y todo por buscar amor afuera, en los demás.

¡Todo por llamar la atención!

Una vez que lo entendí, trabajé por un tiempo la terapia del perdón. Me perdoné por todo cuanto le había ocasionado a mi cuerpo y a partir de allí los resultados fueron maravillosos.

Esta nueva creencia permitió cambiar mi vida. Me sané totalmente, y aunque con el tiempo volví a padecer de otra enfermedad inmunológica, miastenia gravis, ya tenía las herramientas suficientes como para analizar el cómo, cuándo y el porqué de ésta enfermedad. Así que me dediqué a sanar con amor y paciencia a esta nueva etapa de mi vida.

A partir de allí comencé a amarme incondicionalmente y aprendí a dar gracias por todo lo que tenía en mi vida, inclusive a las enfermedades, porque sin ellas no hubiese aprendido a cambiar mi manera de pensar, mis creencias, sanar mis miedos, resolver el misterio que pasa en nuestra mente cuando tenemos una red neuronal de recuerdos negativos, que nos permiten crear sentimientos que afectan la biología de nuestro cuerpo y entender con exactitud el significado de la vida.

Marvilán

Actualmente me encuentro completamente sana

Actualmente me encuentro completamente sana

Marvilán

A mis 43 años de edad, estoy sana, llevo una vida equilibrada, tengo dos maravillosos hijos, estoy felizmente casada y aún disfruto de la dicha de tener a mis padres, de quienes aprendí lo que significa el amor incondicional. Siempre he sido bendecida por tener tantas personas que me han ayudado, amado y apoyado a lo largo de mi vida.

Continúo aplicando las herramientas aprendidas y cada día aprendo de nuevos maestros, me ayudan a fortalecer mis creencias, a conocer nuevas técnicas y terapias que puedo compartir he impartir a muchos de mis familiares y amigos.

Desde hace mucho tiempo me he dedicado en ayudar con charlas, pequeños talleres, terapias presenciales o a distancia, a muchas personas que han llegado a mí con la decisión de hacer un cambio en su vida, en su cuerpo, en su mente, en sus emociones y por ende en su energía.

La firme decisión de hacer un cambio en las creencias, de tener fe y sobre todo de activar la emoción desde la pasión, ha sido para mí el éxito del cambio total y pleno en mi cuerpo y en mi vida.

Actualmente tengo más de 20 años de experiencia

A lo largo del camino he adquirido habilidades que me han permitido sanarme a mí misma y a aquellos alrededor a través de charlas, pequeños talleres, terapias presenciales o a distancia, que han llegado a mí con la decisión de hacer un cambio en su vida, en su cuerpo, en su mente, en sus emociones y, por ende, en su energía.

Marvilán
Marvilán
Marvilán
Marvilán
Marvilán
Marvilán

TRASFONDO TERAPÉUTICO

Me he desarrollado en las áreas de programación neurolingüística (PNL), Reiki Usui Shiki Ryoho, Inteligencia Emocional, estudio y análisis de Psiconeuroinmunología, hipnosis, análisis energético mediante radiestesia, estudio de Flores de Bach, terapia de meridianos y otras formas de terapias alternativas.

FORMACIÓN ACADÉMICA

Me gradué de Técnico Superior en Química pura, logrando sacar la carrera en Licenciatura Química. Tuve la maravillosa oportunidad de trabajar por muchos años en el área de bioquímica en la Universidad Simón Bolívar, Venezuela, y basado en esto, he aprovechado el uso de mis principios, tanto científicos como universales, para ofrecer herramientas prácticas y técnicas que permitan, no sólo a mí, sino a las personas, a cambiar realmente de adentro hacia afuera y cambiar sus resultados en la vida.

Cuando comencé con el estudio en ésta área, fue en un momento en que mi salud estaba en un estado totalmente deplorable y, el entender científicamente el cómo funciona nuestro cerebro, el efecto que tienen los pensamientos en la bioquímica del cuerpo y el uso de nuevas herramientas, cambiaron mis patrones y creencias, permitiéndome obtener una salud física y mental óptima, con resultados tangibles y confirmados por científicos expertos en el área.

Te apoyo a cada paso del camino

Estaré contigo en cada paso del camino, hasta que decidas soltar y continuar.

"Agradezco el día en que llegaste a mi vida a través de Instagram. Llegaste justo en el momento que había estado con otras terapeutas, pero siempre abandoné las terapias, algunas veces por cuestión económica y otras veces porque no me sentía a gusto o en confianza. Pero contigo fue diferente. Sentí que empezar a hacer las terapias fue la mejor decisión que pude haber tomado. Me trasmites mucho, lo siento en mi corazón y observo como mi experiencia es claramente maravillosa. Haces que me sienta con fuerza, con esperanza. Recuperé la fe y siento que eres como mi ancla, porque cuando siento que estoy a punto de caer, sé que estás allí. Agradezco tu forma de hacer terapia, tu sinceridad y el estar allí cuando te necesito. Muchas veces he pagado fortunas y luego no recibo a cambio la ayuda constante que me ofrecieron inicialmente. Desde que estoy contigo me siento apoyada porque contestas mis dudas en cuanto puedes de una manera maravillosa y dulce. Cada día observo las mejoras y cambios favorables en mi vida."
Marvilan cerebro dorado
Soledad
35 años

A lo largo de tu proceso, te recomendaré las terapias de acuerdo a tus necesidades, haciéndote un seguimiento de los cambios en tu estado emocional hasta que logres alcanzar el equilibrio en cada área de tu vida que desees trabajar. Este seguimiento puede ser por mensajes, llamadas o videollamadas.

No tenemos por qué tropezar hasta encontrar la solución. Permíteme ser tu guía. 

Comienza hoy tu proceso.

Recibe todas las herramientas que te guiarán en tu camino hacia la mejor versión de ti mismo, junto con lo último de mi contenido y noticias sobre los próximos talleres.

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