Como en una casa abandonada, nuestras emociones se acumulan cual polvo en los rincones. Al iniciar la limpieza interior, todo parece alborotarse, pero eso eventualmente nos conduce hacia una renovada calma.
Al inicio, es muy similar a llegar a una casa abandonada desde hace mucho tiempo. La energía estancada es un polvo acumulado en los muebles. Tanto tiempo ha pasado, que el aire se siente contradictoriamente limpio, mientras que todo el sucio se esconde en los rincones.
Cuando nos decidimos a limpiar, aquel sucio acumulado se alborota. Dentro de nosotros sucede lo mismo con nuestras emociones y energía, creando así torbellinos en nuestro interior.
Sentimos que todo se complica, que todo lo que antes se encontraba quieto es ahora un problema. Pero limpiamos hasta que no queda rastro del polvo inicial, hasta que encontramos que alcanzamos la calma.